El domingo 8 de marzo asistí en el Estadio Benito Villamarín
al encuentro Betis-Valladolid. Al día siguiente, mis alumnos y alumnas de 3º de
ESO comenzaban a trabajar el proyecto Un
cancionero petrarquista. Pueden parecer hechos inconexos; sin embargo, la
actualidad ha conseguido unirlos de un modo que me gustaría explicar más
extensamente.
Se conmemoraba la 3ª edición del #DiadelaMujerBetica.
Casi cuarenta mil personas en las gradas (muchas de ellas mujeres y niñas),
vídeos y fotos conmemorativas que inundaban Twitter e Instagram. El goleador de
la jornada, sin embargo, está pendiente
de juicio por golpear y amenazar a su exnovia.
Titular de La Razón con la crónica del partido (9-3-2015) |
Uno quiere pensar que, en la actualidad, la sociedad es
unánime en la condena de este tipo de actuaciones machistas. Se equivoca. El
jugador, Rubén Castro, es
jaleado por un grupo de energúmenos que confunden afición con impunidad y
que respaldan al delantero en este proceso. El mismo Día Internacional de la
Mujer, el jugador declaró que “cada uno es libre de gritar lo que quiera”,
aunque luego fue
obligado a desdecirse y condenó todo tipo de violencia y “cualquier
manifestación que la justifique”.
Recientemente hemos asistido al bochornoso caso
de la árbitro gaditana que fue gravemente insultada y que se ha saldado con
50 euros de multa. El fenómeno no es exclusivo de España: la
doctora del Chelsea también ha denunciado las continuas vejaciones verbales
que tiene que soportar por ejercer un trabajo vetado, al parecer, a las
mujeres. Podría argumentarse que el fútbol es un reducto del machismo más rancio
y criminal, y que la sociedad, en líneas generales, camina resueltamente hacia
la superación de la violencia contra las mujeres. Sin embargo, creo más bien
que se trata de actitudes aún muy extendidas y que sólo el anonimato que proporciona
la masa logra sacar a la luz.
Cuando planteé el proyecto Un cancionero
petrarquista mi primer a intención era que los alumnos y alumnas llegaran a
comprender las raíces culturales de nuestra forma de amar en la actualidad, con
base en el amor cortés, el platonismo y la moral católica. Sin embargo, muy
pronto se hizo evidente que esas teorías amorosas que llegan hasta la
actualidad perpetúan una serie de concepciones y actitudes que dejan a las
mujeres en una situación de sumisión y de engaño con respecto al hombre. Se hizo preciso entonces desmitificar y desenmascarar las falacias que, en torno al amor,
provocan nuevas situaciones de desigualdad entre hombres y mujeres y que
generan, en muchos casos, violencia hacia estas. A conclusiones similares ha llegado también @diegolenguaylit en su
proyecto El
trimestre del amor.
El acercamiento de los hombres a posturas que podrían
llamarse feministas siempre es muy discutido. Parece como si intentáramos, de
nuevo, silenciar a las mujeres y tomar la voz cantante. Al menos ese es uno de
los principales inconvenientes que se le hacen a la campaña HeForShe de la ONU Mujeres, que parte de la premisa de que solucionar los problemas de la desigualdad de género será más fácil y rápido si se superan los enfrentamientos entre hombres y mujeres y se consigue incorporar a estos a la consecución del objetivo común. Cuando
abordé mi proyecto, fui consciente de que caminaba por una línea difusa y mal
trazada que lo mismo no me permitía alcanzar mis pretensiones como,
atravesándola, conseguir lo contrario de lo que buscaba. Y los hechos me dieron
la razón: me encontré tanto con airadas madres de alumnas como con el reconocimiento
oficial de la Administración.
Cada vez que emprendo de nuevo el camino de Un cancionero petrarquista lo hago con miedo a equivocarme. Sin
embargo, aunque mi acercamiento al problema pueda parecer incompleto, confío en
la capacidad que tiene de mover las conciencias, de traer al primer plano estas
cuestiones que parecen ser asunto de otro, que no nos incumben directamente
(hasta que nos incumben). Y la actualidad no hace sino reflejarlo: ¿quién no se
ve tentado a perdonar esos pecadillos al ídolo que nos hace tan felices todos
los domingos?
Muchos estudios nos muestran que las actitudes permisivas siguen ahí, incluso están repuntando entre la juventud, transformando golpes y palizas en control y sumisión. Desde la escuela no podemos estar ajenos a ello. Formar ciudadanos reponsables pasa primero por que esas ciudadanas y ciudadanos sean libres. Las campañas y las conmemoraciones están bien, pero son puntuales. Hay que introducir esos contenidos en los proyectos, transversalmente, si se quiere, del mismo modo como nos asaltan en el mundo real.
Muchos estudios nos muestran que las actitudes permisivas siguen ahí, incluso están repuntando entre la juventud, transformando golpes y palizas en control y sumisión. Desde la escuela no podemos estar ajenos a ello. Formar ciudadanos reponsables pasa primero por que esas ciudadanas y ciudadanos sean libres. Las campañas y las conmemoraciones están bien, pero son puntuales. Hay que introducir esos contenidos en los proyectos, transversalmente, si se quiere, del mismo modo como nos asaltan en el mundo real.
Campaña de The Salvatuion Army contra la violencia hacia las mujeres en Sudáfrica. Aprovecha la viralidad del famosos vestido para dar visibilidad al problema. |
No podemos dar pasos atrás. Esa indefinición que sigue
rodeando a todo lo relativo a la violencia machista es la que tira de mí para
seguir trabajando en conseguir clarificar las ideas de mi alumnado. No es una
cuestión de percepción, ni algo relativo. No depende del cristal con que se
mire. Subrayemos las contradicciones de la sociedad en estas cuestiones. Denunciemos lo que sea denunciable. Abramos los ojos de nuestro alumnado (o, al menos, sembremos dudas). Para ello podemos recurrir, por ejemplo, al impresionante poema de Manuel Vilas que me descubrió mi amigo y compañero Víctor Peña Dacosta:
MUJERES
No las ves que están agotadas, que no se tienen en pie, que
son ellas las que sostienen cualquier ciudad, todas las ciudades. Con el
matrimonio, con la maternidad, con la viudedad, con los golpes, ellas cargan
con este mundo, con este sábado por la noche donde ríen un poco frente a un
vaso de vino blanco y unas olivas. Cargan con maridos infumables, con novios
intratables, con padres en coma, con hijos suspendidos. Fuman más que los
hombres. Tienen cánceres de pulmón, enferman, y tienen que estar guapas. Se
ponen cremas, son una tiranía las cremas. Perfumes y medias y bragas finas y
peinados y maquillajes y zapatos que torturan. Pero envejecen. No dejan las
mujeres tras de sí nada, hijos, como mucho, hijos que no se acuerdan de sus
madres. Nadie se acuerda de las mujeres. La verdad es que no sabemos nada de
ellas. Las veo a veces en las calles, en las tiendas, sonriendo. Esperan a sus
hijos a la salida del colegio. Trabajan en todas partes. Amas de casa
encerradas en cocinas que dan a patios de luces. Sonríen las mujeres, como si
la vida fuese buena. En muchos países las lapidan. En otros las violan. En el
nuestro las maltratan hasta morir. Trabajan fuera de casa, y trabajan en casa,
y trabajan en las pescaderías o en las fábricas o en las panaderías o en los bares
o en los bingos. No sabemos en qué piensan cuando mueren a manos de los
hombres.
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