El sábado pasado asistí en Sevilla, en calidad de experto
(¡quién lo diría!), al Encuentro
de estudio y evaluación de los proyectos de centros de primaria seleccionados
por la Fundación Telefónica como ganadores del Premio
Escuelas por la Sociedad Digital. El desarrollo de esta jornada daría para
un comentario mucho más extenso, pero si la traigo aquí a colación es porque
una afirmación de Lola Urbano,
una de las jurados del premio, ha actuado
como motor de la reflexión que quiero desarrollar en esta entrada.
Lola tiene el raro don de distinguir siempre el trazado del
camino a través de la niebla, de no dejarse engañar por el envoltorio antes de
ver la realidad del regalo, de hacernos descender a tierra (eso sí, suavemente)
cuando nos dejamos llevar por la efervescencia, la emoción y el entusiasmo de
los saraos educativos. Por eso no me extrañó cuando dijo, refiriéndose a los
proyectos ganadores, que más que Escuelas Digitales, ella seguía viendo
francotiradores educativos. ¿Quiso con ello afirmar que no son posibles las
escuelas digitales, el trabajo al unísono de los claustros de profesores, el
alumnado y las familias, la administración y el centro de profesores, los
representantes del municipio y quienes puedan y deban aportar algo a un
proyecto común de escuela? Supongo que no, que se referiría más bien a que queda
todavía mucho camino por recorrer antes de que podamos darnos por satisfechos.
De las posibilidades reales que tiene un profesor o
profesora en solitario para cambiar su centro quiere ir esta entrada, escrita
desde el reconocimiento de que la de francotirador es una vocación de la que
uno difícilmente se desprende y de que hay quien gusta de cultivar un cierto malditismo educativo. Pero pongamos que
nuestro convencimiento es total , que queremos dejar de estar solos y pretendemos
transformar nuestro entorno más inmediato. ¿Qué puedes hacer para conseguir el
cambio metodológico de tu departamento y, con el tiempo, tu centro? Te propongo
las siguientes actuaciones, muy sencillas, que sugieren distintos niveles de
implicación:
- Busca socios para tus proyectos. Una de las características del ABP es la interdisciplinariedad, así que tantea al equipo educativo del grupo en busca de compañeros o compañeras con los que compartir algunas actividades. El trabajo en equipo, sobre todo si da buenos resultados, es muy contagioso.
- Participa en proyectos colaborativos que se comparten por la red y anima a tus compañeros y compañeras a participar. Trabajar codo con codo con otros centros puede resultar muy estimulante y motivador.
- Difunde proyectos de materias distintas a la tuya entre el profesorado de tu centro y anímalos a llevarlos a cabo.
- Crea un blog de aula. Publica en él las actividades y proyectos que propones y, sobre todo, los productos finales de tus alumnos y alumnas. Invita a otros profesores y profesoras a que suban a él sus actividades y publiquen los productos de su propio alumnado. Convierte tu blog de aula en un blog del departamento o del ciclo.
- Persigue la visibilidad de todo lo que haces. Crea cuentas en Twitter, Facebook, Instagram, etc. Documenta todo el trabajo de aula y difúndelo a través de las redes. Anima al resto del profesorado (y, de ser posible, al alumnado) a contar lo que hacen.
- Cambia la programación de tu departamento. Introduce tus proyectos como unidades didácticas en la programación común, siempre que puedas. Propón modificaciones en la programación. Aprovecha la transformación a la LOMCE para replantear en el departamento todas estas cuestiones. Para ello puedes apoyarte en los nuevos estándares de evaluación o en la propuesta metodológica de la ley.
- Lidera la formación en tu centro. Convoca pequeñas sesiones para enseñar el funcionamiento de una nueva herramienta o alguna cuestión metodológica. Propón la creación de grupos de trabajo. Solicita la colaboración de tu CEP. Invita a tu centro a otros profesores o profesoras cuyas propuestas puedan interesaros.
- Incorpora tu centro a los planes y programas oficiales. En muchos casos, llevan asociada una formación, el uso de materiales y recursos informáticos y unas propuestas metodológicas que pueden quedar en la práctica del aula una vez concluidos los programas. También permiten compartir experiencias con otros centros.
- Anima a compañeros y compañeras a asistir a jornadas y saraos educativos. En este mismo sentido, atrévete a montar alguno poco pretencioso en tu propio centro.
- Participa en congresos, jornadas de buenas prácticas, convocatorias de premios, para difundir vuestros proyectos y actuaciones.
Son pequeñas acciones que suponen distintos grados de implicación
y un esfuerzo constante y progresivo, pero cuando se advierten los primeros
resultados se llevan a cabo con gusto. Un proselitismo constante con el único
fin del beneficio para nuestros alumnos y alumnas.
¡Qué razón lleváis Lola y tú! ¡Y qué difícil es mover a todo un centro!, pero no queda otra si verdaderamente creemos que la Educación se puede cambiar.
ResponderEliminarGran entrada Nacho.
Un abrazo.
A mí la palabra "francotirador" y por su comienzo aún más en días como este, me parece una muy mala imagen.
ResponderEliminarEn general todas esas analogías de la educación con la guerra (tácticas, estrategias…) siempre me han chirriado.
Para mí, es un francotirador es un asesino que utilizando lugares de preferencia y bien protegido se dedica a matar personas (y ahora recuerdo Sarajevo) sin protección y crear el terror. Confío que eso no se convierta en modelo educativo.
Quizás es que yo sea muy exigente con las palabras.
Debe ser cosa de pintores. ;)
Saludos.
Para mí un "francotirador educativo" en realidad sería más bien aquel que desde lugares de preferencia (cátedras, ministerios, púlpitos, "guruseo", parlamentos, direcciones, inspecciones…) y bien protegido, se dedica a disparar indiscriminadamente sobre profesorado, alumnado y materias sin distinguir ni realidades ni circunstancias, causando daño, descrédito, desánimo y terror gratuitos e innecesarios. Saludos de nuevo.
ResponderEliminarTienes razón, Pedro, en ser exigente con las palabras, pues dejan traslucir el pensamiento. Pero también sabes que no hay nada cruento en las pretensiones de esta entrada. Quizá no es el término más adecuado, pero es el que se utilizó en ese momento y es reconocido por todos. Siguiendo con la metáfora bélica, si me lo permites (¡ojalá la guerra quede sólo como referente imaginario de las metáforas!), lo que quería proponer es transformar al francotirador en guerrillero (o maquis).
EliminarMuchas gracias por pasarte por aquí y dejar tu comentario.
exàctamente, el exterminador de la verdaera educación, un esbirro del sistema tiroteando a los maestros esforzados.
ResponderEliminarexàctamente, el exterminador de la verdaera educación, un esbirro del sistema tiroteando a los maestros esforzados.
ResponderEliminarLlevo años haciendo lo que proponéis y es como la lluvia de otoño cayendo sobre el suelo quemado del verano. Botes verdes si cae mucha agua,es decir, si hay gente alrededor que te sigue: padres, alumnos, compañeros. Pero hay años donde esos no ocurre y son pequeñas gotas en un erial tórrido y agrietado... No hay continuidad en los centros, con 20 horas de clase merma el margen de maniobra, el profesorado no tiene intención, ni nuevos, ni viejos...la gente odia la formación en su horario de ocio, ...una minoría siempre activa, una mayoría doliente, quejosa, resignada a balbucear siempre las mismas cosas...Necesitamos un golpe de timón legislativo pero fuerte...
ResponderEliminarComprendo tu desolación, Javier. También he estado muy solo durante años, aunque ahora tenga la suerte de trabajar en un centro que permite este tipo de actuaciones y las agradece. En cuanto a la normativa, conocí de primera mano la revolución que supuso la LOGSE. El profesorado estuvo unos años dispuesto a intentarlo, pero al no sentirse apremiado a ello, fue retrocediendo hasta las posiciones previas, y ahí se mantiene tras LOE, LOMCE y lo que venga. A lo mejor va a tener razón Marina y hay que tocarnos el bolsillo. Lo que sí podría hacer la administración, por encima de normas, es mimar los centros donde el cambio se produce: facilitar la estabilidad de las plantillas, introducir en los concursos de traslados plazas de innovación o de uso de las TIC (como hace con el bilingüismo), impedir los crecimientos descontrolados de los centros de nueva creación y otras muchas medidas que, más que promover el cambio, al menos no lo destruyen. Gracias por tu comentario.
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