martes, 2 de febrero de 2016

¡Es la metodología, estúpido!

"Es la Economía, estúpido" es una expresión que ha quedado desde los años 90 como una frase para definir lo esencial de algo. Y hablando de educación, de escuela y de aprendizaje, lo esencial es la metodología. Nos tiene que quedar muy claro.

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En educación, normalmente, se utiliza esta idea cuando se quiere destacar que lo importante no es la tecnología, sino la metodología. Se repite hasta la saciedad, pero seguimos hablando (nos desbordan) de herramientas, aplicaciones, programación, robótica, realidad aumentada, etc., etc., sin pararnos en lo importante, lo esencial: la metodología. 

La tecnología ha ido introduciéndose en la educación de manera permanente pensando que era una de las posibles soluciones para su mejora continua y permanente. Y todos sabemos el resultado. Han existido cacharros pero no han existido cambios metodológicos importantes por lo que la tecnología no ha surtido el efecto esperado. Bueno, sí, uno de ellos ha sido un éxito: las empresas han ganado mucha pasta. Porque lo que se ha intentado equivocadamente es tecnoligizar la educación y no pedagogizar la tecnología.

Aunque por lo dicho hasta ahora, parece que las tecnologías (y me niego ya a hablar de "nuevas", porque si las hay, mañana ya no lo son) no han influido en los cambios educativos, tenemos que defender lo contrario porque sí lo han hecho, pero esas posibilidades de cambio no han calado por diferentes circunstancias que tenemos que relacionar con la formación del profesorado y con los recursos de los centros. Según mi opinión las tecnologías han provocado lo siguiente:
  • aumentar y mejorar las opciones de trabajo
  • multiplicar las posibilidades de difusión del trabajo realizado
  • mejorar las opciones de colaboración
  • poder aprender en cualquier sitio, en cualquier momento y de manera continuada
  • dar otra dimensión a los conceptos de analfabetismo y de incultura.
En definitiva, las tecnologías y las redes han aumentado las posibilidades metodológicas que ya existían y apenas se utilizaban o que se quedaban entre las cuatro paredes del aula o entre las hojas de libros poco conocidos o revistas de escaso alcance.

Una entrada en un blog, una línea del tiempo o un  mural digitales o un vídeo son recursos tecnológicos que se comparten y se conocen en círculos que pueden ser muy amplios. Pero la propia tecnología y la sociabilidad de la redes nos permiten hacer lo mismo con recursos no tecnológicos: un mural en cartulina o un dibujo de un alumno pueden estar en las redes y mostrase en un momento. 
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http://www.flickr.com/photos/19596115@N00/9669262845

Y todo lo anterior es la conclusión de mi experiencia de aula durante el primer trimestre. He utilizado los ordenadores menos que otros cursos porque el aula fija no está disponible en muchas horas, los portátiles me hacen perder mucho tiempo y tanto fijos como portátiles tienen más de 10 años y, además, la conexión del centro es muy lenta. A cambio, el alumnado ha podido utilizar su móviles y tablets. Por ello, he utilizado más que otros cursos libros de texto (éstos llevaba sin utilizarlos cinco cursos), cartulinas, papel continuo y rotuladores. Y sigo desarrollando proyectos de aperendizaje en secundaria y flipped classroom en 2º de bachillerato. 


Sin embargo, en la sociedad digital en la que estamos, necesitamos hacer más desde la perspectiva educativa, la educación digital en definitiva, para evitar que nuestr@s alumn@s (y no sólo ell@s) sean analfabetos funcionales y que sean capaces de desenvolverse en esta sociedad dominada por lo digital porque me he encontrado con alumnos que no saben cómo escribir un correo, ni cómo adjuntar un archivo al mismo. Y eso no nos lo podemos permitir. Creo que, en nuestro contexto, es tan importante como saber expresarse bien o saber resolver problemas básicos. En definitiva, tenemos que integrar la tecnología como algo intrínseco al aprendizaje porque lo es en nuestra vida diaria.

Está claro que no es sólo cuestión de tecnología, aunque ésta la podemos entender como imprescindible en la sociedad actual, sino de metodología. De entender que hay que desarrollar metodologías activas en el aula. Si es con tecnología se podrán hacer muchas más cosas y si no se cuenta con todos los medios y recursos necesarios, se podrán hacer otras. Y son muchas. Y ya no se quedan entre las cuatro paredes del aula. Y como muestra un botón:


2 comentarios:

  1. Es la metodología, estupido❗️ (o como dar pan al que no tiene dientes)

    "Millones gastados que ,en muchos casos, solo han beneficiado a las empresas"

    HAVE A NICE DAY

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  2. La dieta a que han sometido los recortes brutales a la educación pública, mientras engorda la privada, nos obliga a seguir enseñando con lo que tenemos. Completamente de acuerdo.
    Ojalá que la realidad nos haga más sensibles a la necesidad de transformar la organización de los centros, de modo que la innovación metodológica no necesite el pretexto de la tecnología para justificarse, sino su recurso, sea el que sea.
    Ahora mismo, la inercia orgánica de los centros públicos, consolidada en ideologías normativas (miedo a los cambios, fobia a la nomofobia), provoca un regreso o un reflujo. Se prefiere expulsar de las aulas a los dispositivos móviles, en vez de planificar un uso razonable y sistemático. Para conseguirlo, habría que girar sobre el eje de la comunidad de aprendizaje 180º: contar con las familias para todo, no solo para los días azules, y establecer un nuevo contrato social en los centros.
    Los centros privados lo hacen, a su manera, por medio de redes como Edmodo, financiando la compra de iPad; y, por lo demás, dejando fuera a quienes no tienen suficientes medios, salvo maravillosas excepciones.
    Cuando cambie el eje, alcanzará el presupuesto y parecerá un milagro.
    Muchísimas gracias, Manuel Jesús, por animarnos a seguir remando.

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