Estamos
empezando un nuevo curso en 4 º de Diversificación. Nuevo alumnado, nueva
clase, nuevos intereses. Mismo currículo, iguales temores.
Nos encontramos
en estos momentos diseñando lo que será el proyecto con el que trabajaremos
desde septiembre de 2014 hasta junio de 2015: Café El gato escarlata. Ya tenemos concretados algunos contenidos,
cómo trabajarlos y cómo vamos a evaluarlos. Otros los iremos materializando a
lo largo del trayecto que ahora empezamos.
Me gustaría
aclarar antes de continuar que el uso del plural con el que me dirijo a
vosotros, lectores, no es mayestático, es un plural en el que se incluyen mis
alumnos y yo misma en el sentido más estricto del término: estamos diseñando
juntos nuestra ruta de trabajo.
Las asambleas en
las que hemos ido localizando puntos de interés dentro del currículo del Ámbito
Sociolingüístico, que empezaron a finales de junio en 3 º Diversificación y que
han terminado hace una semana y media aproximadamente, han dado paso a lo que
hemos llamado invitación-compromiso con el proyecto, en la línea de lo que
apareció en la primera entrada del blog de aula para este comienzo de curso: Hay una carta para ti.
Como parece que
nos vamos a mover por el mundo del suspense, la intriga y lo epistolar (explicaré
en un futuro post por qué), decidí que la escenografía la íbamos a empezar desde
ya. Me coloqué el miriñaque, cogí la pluma, ricé mi cabello con tenacillas, me fui a Villa Diodati remando al viento e invité a
mis alumnos a que descubrieran el personaje bajo el que me ocultaba en esa
carta que también significaba mi compromiso con cada uno de ellos y que
tenía mucho que ver con la primera lectura que íbamos a hacer.
Una vez que lo descubrieron,
les tocaba a ellos caracterizarse y elegir
su propio personaje, real o imaginario, perteneciente a los siglos por los que
nos vamos a mover, XIX y XX. Su tarea la expondrán cada uno igualmente a sus compañeros que intentarán
deducir de quién se trata. Ésta ha sido, además, nuestra evaluación inicial.
No empezaron
las cosas muy bien, ya que las cartas que iban saliendo del horno no ocupaban
más de cuatro líneas en los mejores casos, en otros se reducían a un corta y pega sin complejos, o bien estaban plagadas de tópicos con
buenas intenciones que me recordaban más a las guías de autoayuda o a las
catequesis de mi infancia que a un compromiso sincero con el reto que teníamos
por delante. Mucho lirili y poco lerele. Por otro lado y a pesar del modelo de
carta que publiqué en la bitácora de clase, la estructura formal de la misma
brillaba por su ausencia.
¿Desánimo
entonces tras esta primera avanzadilla? No, simplemente me dejaron muy claro
que tenía que ofrecerles más andamios que los que había pensado que necesitaban.
Quizás esto no era muy edupunk, pero
me daba lo mismo, es lo que mis alumnos demandaban y como obrera que soy en esto de la
educación es lo que me correspondía darles.
Pero sobre todo
percibí algo: las ganas que tenían de imitar a sus compañeras birlochas del
curso anterior. Me enterneció observarlos los primeros días en el Aula Plumier
intentando organizar su desorden y caos, su algarabía, su excitación; atentos a
mis gestos, si sonreía, si me enfadaba, si los animaba. Bingo, también yo había encontrado
mi gasolina: su interés.
A partir de
entonces, y sin ninguna directriz por mi parte (me interesaba observar a qué fuentes
recurrían, qué estrategias de localización desarrollaban, si partían de
conocimientos previos sobre lo que les pedía, a quiénes elegían y por qué)
buscaron en Internet sus correspondientes personajes, escribieron sus cartas de
compromiso y empezaron a visitar nuestra clase Sherlock Holmes, Jane Austen, Einstein,
Edison,
Darwin,
John Lennon, García Márquez, Julia Margaret Cameron, Mohamed Alí, Franco,
Adolfo Suárez, Lincoln o Hannibal Lecter.
Sí, hay mucho trabajo por delante de muy diferente tipo según estáis
viendo. Se esconden muchas cosas tras algunos de estos personajes que habrá que
intentar desenmarañar entre todos.
También habréis comprobado al leer las cartas, que todos coinciden en
varios puntos:
- su nerviosismo ante el trabajo por proyectos por no haberlo hecho nunca.
- Sus ganas y motivación a la hora de afrontar el reto.
- Sus dudas y temores ante el trabajo con las Tic.
Prácticamente les pasa lo que me ocurre a mí, si bien tomo prestadas estas citas de
dos de sus cartas porque creo que son la clave para afrontar este viaje:
- Einstein (Alejandro): Dos pequeños consejos para mis queridos compañeros y amigos de estudios: […] “Hay una motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad“.
- Edison (Ismael): Los que aseguran que es imposible, no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo. Con esto quiero decir que nadie me quitará las ganas de intentarlo por muy difícil e imposible que parezca.
No sé vosotros como lo percibís, pero yo veo que hay luz en sus voces, así que quién soy yo para apagarla. Buen
curso a todos.
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