Soy profesor de Lengua y Literatura, responsable de la Biblioteca y del Departamento de Formación, Innovación y Evaluación en el IES Cartima.
He tenido la oportunidad de compartir redes de aprendizaje, proyectos y emociones con la mayoría de los participantes en
Tácticas. La última ocasión, muy reciente, en el
@EABE15ODB de Córdoba, que tenía por título: "La escuela que queremos" y por subtítulos: "Educación emocional" y "Aprendizaje informal".
Cuando me aventuré a cambiar de residencia, de Sevilla a Cártama (Málaga), para participar en la escuela que soñaba el
Proyecto Cártama, me movían muchas razones y varias emociones.
Salir de los márgenes.
La educación pública está siendo desplazada a los márgenes del escenario de la innovación educativa, precisamente cuando los movimientos sociales en su defensa plantean nada menos que la superación de la dualidad entre los sistemas público y concertado.
Me alegra, sinceramente, que varios centros de iniciativa privada (Montserrat, Jesuitas, Arenales Carabanchel, etc.) estén liderando el proceso global de cambio y propongan una radical transformación; la cual no se limita al uso de tecnologías punteras (dispositivos móviles, robótica, aplicaciones siempre nuevas), sino que pasa por crear la didáctica de las competencias clave en el siglo XXI: la resolución de problemas reales por medio de proyectos interdisciplinares, el trabajo en equipo de grupos cooperativos o interactivos, las prácticas que promueven la creatividad en (todas) las inteligencias múltiples, la alfabetización en una pluralidad de lenguajes (verbal, audiovisual, multimodal), la educación de las emociones para mejorar la convivencia, la comunicación y la autoestima; el aprendizaje concebido como servicio a necesidades concretas del entorno social.
Sin embargo, observo que esa maraña de innovaciones puede convertirse en un laberinto infranqueable por la mayoría de los sujetos del derecho a la educación pública, universal y gratuita a lo largo de la vida.
Las razones son discutibles, pero simples. No se trata solo de que se haya descapitalizado el sistema público (menos recursos, menos docentes; solo aumenta la cantidad de alumnado), sino que el cambio de modelo implica compromisos que difícilmente podrían satisfacer, por sí solos, centros privados y concertados:
1) La formación de (todos) los docentes para el cambio de los niveles educativos demanda una inversión global y proporcional en el sistema universitario, donde debería comenzarse desde el primer curso, e incluso una reforma constitucional. La autonomía de los centros, recomendada por la UNESCO y todos los organismos internacionales de evaluación, no consiste en que el Estado financie la diversidad ideológica en el mercado educativo, garantizada por la Constitución, como tampoco está obligado a financiar el derecho a la propiedad; sino en que cada comunidad educativa sea capaz de autoevaluarse y establecer objetivos de mejora al servicio del éxito de todos los aprendices.
Los recursos para la formación fuera de contexto suponen un malgasto descomunal, dado que los docentes no pueden (o no se sienten capaces de) aplicarlos en su didáctica, cuando entran en contradicción con el claustro, con las expectativas de las familias y hasta con el proyecto educativo de sus centros.
La formación en centro (FC) debería ser una obligación legal, no determinada en cuanto a sus contenidos, siempre que se corresponda, lógica y proporcionadamente, con los resultados de una autoevaluación homologable y con los objetivos de mejora aprobados por el Consejo Escolar. Así pues, el derecho (y el deber) a la educación a lo largo de la vida de toda la ciudadanía podría concretarse en el deber (y el derecho) a la formación permanente de los docentes para ejercer su servicio público en un contexto determinado.
En el IES Cartima, la autonomía no se traduce en arbitrariedad, sino como libertad para realizar un
sueño compartido, debatido y decidido por la comunidad (docentes, alumnado y familias), que discurre por el territorio de lo real, entre la objetividad del currículum y la intersubjetividad de las necesidades expresadas o manifestadas en la evaluación. El viaje
comienza y pasa por la formación de los docentes, aprobada por el CEP, sobre el ABP, la práctica reflexiva, la educación emocional y la evaluación para el aprendizaje; las
asambleas frecuentes con las familias, la creación de la AMPA "EL Nogal", la
elección y las reuniones del Consejo Escolar; la educación y la práctica cotidiana de
la convivencia democrática, iniciada al establecer las normas de uso de los dispositivos móviles, por medio de un Consejo de Aula y gracias a la
formación de
mediadoras y mediadores; el proceso de gestación del Plan de Centro.
Esta semana hemos dado un salto cualitativo importante: los proyectos que emprendamos a partir de ahora van a ser...
Es obvio que la gestión de la autonomía no solo supone una necesidad de formación suplementaria para el equipo directivo, sino un compromiso formativo de toda la plantilla. De ahí que sea impensable si no es con el rango de FC.
2) La formación de las familias para el acompañamiento y el voluntariado: lo que podríamos llamar el
coaching parental a las propias hijas e hijos, junto con el
voluntariado que propicia la igualdad de oportunidades en el conjunto de la comunidad, tendría que comprometer a toda la sociedad. Es imprescindible favorecer el empoderamiento de las familias, no solo por medio de programas aislados de
fomento de la lectura o de (buen) uso de las TIC, sino gracias a un proceso de aprendizaje permanente (LLL) que sea coordinado por una comunidad educativa democrática.
Dudo que los centros privados, al menos en su mayoría, puedan cumplir dicho papel, que implica la colaboración con
agentes sociales y con
instituciones públicas, comenzando por el municipio, en el marco ideal (no ideológico) de una comunidad de aprendizaje, sea cual sea el grado de su consecución.
Mientras tanto se produzca un cambio global de modelo, por medios democráticos, que recupere la inversión y financie una verdadera reforma, los centros mejor coordinados pueden hacer mucho más que los agentes aislados. Creo que el IES Cartima está en ese camino.
Banco Común de Educación: proyectos compartibles (CC) por otros centros.
La resolución de problemas o retos por medio de proyectos, con una evidente dimensión social, lúdica y creativa (PBL, APS, GBL, TBL, etc.), es una constante de los mejores centros de enseñanza, como los aprendices del Cartima han constatado en nuestro proyecto de
Metaschooling; pero también, hay que subrayarlo, una apuesta de los mejores
sistemas de educación. Todas las demás innovaciones: uso de dispositivos móviles, Flipped Learning, realidad aumentada, etc., son complementos
usables (wearable), como distintas prendas del vestuario, en la medida que hagan viable la inclusión de todo el alumnado, la participación de las familias o la intervención de socios externos en el proceso de crear aprendizaje.
Pues bien, los proyectos interdisciplinares del IES Cartima forman parte de la historia de su creación, configuran una interpretación innovadora del currículum oficial (son legítimas distintas lecturas, por supuesto) y se ofrecen como
recursos abiertos, a través de las redes sociales, para que sean compartidos por otros centros educativos. Es cierto que plataformas abiertas como Procomún, Proyéctate, Espiral, Inevery Crea, Tiching, FGSR, Palabras Azules, el blog
Escuelas en red, los c-MOOC del INTEF, Conecta13 y un largo etcétera, sirven para difundir proyectos o tareas, algunas de ellas interdisciplinares. Pero hay un hueco enorme por llenar, que se refiere a cambios sustanciales en el proyecto educativo de los centros.
Ojalá que en próximos cursos seamos capaces de coordinarnos con una red de aprendizaje intercentros sobre otras experiencias semejantes, que atañen al conjunto de la vida comunitaria: además de los proyectos curriculares e interdisciplinares, la
radio del IES Cartima, la
mediación escolar, el uso de dispositivos y apps móviles (p,ej.
Google Classroom), las
nuevas alfabetizaciones, la educación emocional, la participación democrática y corresponsable, los apoyos en el aula (mejor que fuera de ella), la evaluación para el aprendizaje. Varios miembros del Proyecto Cártama han intervenido en la eclosión de las redes de aprendizaje docente en este país: José María Ruiz @jmruiz en
Proyéctate; Rosa Liarte @rosaliarte en
SIMO Educación, Inevery Crea, Espiral, etc.; Aurora Carretero @auro_carretero como docente de Didáctica de las Lenguas en la UMA y formadora del CEP de Málaga; Eva Moreno @EvayMares, coordinadora de la educación para la convivencia escolar en varias instituciones; Joaquín J. Martínez Sánchez @joaquineku en el
Barco del Exilio y el
N-MOOC.
Podéis consultar los proyectos, comentarlos y adaptarlos a vuestro contexto a través de los siguientes enlaces:
El proyecto que ahora mismo tenemos entre manos es una colaboración con la artista BTOY, que va a cambiar con su creatividad y la de los aprendices la presencia (personalidad, no solo apariencia) del IES Cartima. Cada uno de los docentes ha intervenido añadiendo tareas o proyectos recursivos en orden a conseguir el producto final. Podéis seguirlo al día a través del blog
BTOY en IES Cartima.
Dentro de dicho proyecto se inscribe la propuesta de un
Banco Común de Creatividad, directamente inspirado por la educación expandida de Zemos98 o el BCC de Platoniq, que acredite los aprendizajes informales de todo el alumnado y, especialmente, de quienes son etiquetados como NEAE o NEE, DIS. Sus claves: aprender haciendo, aprender a exponer, aprender a enseñar.
Y de procomún en procomún, me ha tocado lanzar esta invitación a un Banco Común de la Educación intercentros, invitado a mi vez por el equipo de Tácticas. Hay otras formas de homologar y comunicar la enorme diversidad de centros públicos, además del currículo (DCB), partiendo desde la base... Eso sí, la base que innova y se desvive por la inclusión educativa.