martes, 19 de mayo de 2015

Slow education, enseñanza y TIC en la época de los selfies.

La sucesión de MOOCs, la masificación de recursos, y probablemente el ritmo vital de nuestros días, han potenciado un situación que vengo constatando, echando un vistazo a la red, y que consiste en un cierto enloquecimiento por parte del profesorado por ir deprisa,que no nos da tiempo a terminar el temario, a toda velocidad, por demostrar que su alumnado maneja una inmensa cantidad de herramientas, a ser posible hiper novedosas, para estar en la onda, ir con prisa y sin pausa, y  sin preocuparnos de las necesidades reales de nuestro alumnado, de esos chicos y chicas que, aparte de al Inglés, a la Historia o a la Plástica, se dedican a tocar la guitarra, ocuparse del hermanillo pequeño cuando los padres están ocupados, practicar el taekwondo o simplemente a hacerse selfies en los botellones de rigor… lo que viene siendo la vida, que eso es también aprendizaje… pero esa es ya otra historia.

Y es algo en lo que todos caemos, o podemos caer: En dejarnos cegar por lo epidérmico, por el temario, por la herramienta, por la aplicación móvil, por tal o cual tendencia metodológica, pero, sobre todo, por la velocidad. Apenas asimilada la herramienta, pasemos rápido a otra, para mayor gloria del docente en ese efímero y etéreo estrellato que proporciona la red. 


Crédito de la imagen Image: 
Found on flickrcc.net

Es por eso que cada vez estoy más convencida de lo vital que es ir pasito a pasito, de lo necesario e imprescindible de comenzar con cosas pequeñas, con actividades que no por ser más sencillas, son menos efectivas. Porque de lo que se trata era de enseñar, no de embutir TIC por narices, o realidad aumentada a ultranza, por ejemplo, porque es lo que hay que trabajar en nuestros días. Obviamente, esto es algo en lo que cualquiera puede caer. Y caemos, sin remisión, como en un extraño remix tecnologizado de la leyenda de Dédalo e Ícaro



Mi reflexión, por tanto, es también relativa a la velocidad, a la necesidad de atender a los procesos, como parte imprescindible del aprendizaje, a la necesidad de atender a la calma y al sosiego también en educación, también en nuestros días, también en la época de los selfies.

Y esto me lleva a hablar de lo que se viene llamando ya hace algunos años  slow education una tendencia que fomenta dar al estudiante tiempo para aprender, lo que necesariamente implica que el profesor también se toma tiempo para la reflexión, para enseñar a ser, enseñar a vivir juntos, enseñar a hacer y a aprender, y emocionarse con lo que hace…para favorecer esa educación que todos queremos,como profesores y como personas.

Un tipo de educación que aúna los cambios metodológicos más disruptivos con el sosiego reflexivo que posibilita el verdadero,y lento aprendizaje,como es lento el crecimiento de una plantita, pero no por ello menos abrumador, no por ello carente de belleza, como esta profesión que nos apasiona, como la vida misma. 


Para saber más, acude a las fuentes


viernes, 8 de mayo de 2015

Habéis escogido la mejor profesión del mundo #abj #gbl

Así es como quise transmitirles mi opinión sobre la Educación a un grupo de alumnos/as de Magisterio.
Desde hace dos años trabajo junto a Soledad de la Blanca y Álvaro Pérez, ambos son docentes de la Escuela del Profesorado de mi centro. La idea es sencilla: queremos que vean como se desarrollan las tareas integradas en la práctica educativa, de modo que durante su proceso de formación les doy una ponencia sobre mi visión y puesta en práctica.
Este año no me quise andar con chiquitas, y la temática de la ponencia era "Piratea tu escuela". Piratas por ser atrevidos, por lanzarse a mares ignotos y desconocidos, sabiendo que el camino no es fácil. Intentaba que entendieran que modificar las prácticas educativas existentes, les iba a suponer algunos problemas. A pesar de que estos piratas siguen totalmente la ley, en este caso la ley educativa (el ROC), donde se explicita que un docente puede usar cualquier metodología acorde a las necesidades de su alumnado, siempre y cuando no vaya en contra del proyecto educativo del centro.
Durante este mes, mi alumnado de 3º de la ESO y yo trabajamos el ABJ. Una metodología activa, similar a las tareas integradas, en la que creamos un juego inspirado en los contenidos del Sector Secundario: etapas industriales, energía, materias primas ... Mientras tanto, el alumnado de Magisterio analiza en clase la secuencia didáctica, los objetivos, las rúbricas, el contrato de aprendizaje .. todo el andamiaje necesario para que la propuesta sea significativa y acorde al desarrollo de mi alumnado.
La propuesta culmina cuando reuno a todo mi alumnado de 3º de la ESO y nos dirigimos al gimnasio de Primaria. Allí nos esperan los/as alumnos/as de Magisterio, con sus rúbricas preparadas y con sus profesoras/as. En una hora van a poner en práctica lo que han aprendido en clase y van a evaluar a mi alumnado. Mi alumnado tiene que defender su propuesta ante extraños/as e intentar que se lo pasen bien.
Es un momento mágico, porque se fomenta la enseñanza-aprendizaje desde muchas vertientes. Para mi es especial porque sirve para que todos/as estos futuros docentes observen que se puede trabajar así en el aula, aunque luego en las prácticas les digan: "Si, si, eso está muy bien, pero la experiencia te dice que eso no funciona".
Sirve para comprobar que hay momentos, en los que nosotros somos solo espectadores, y que, a pesar de no intervenir todo funciona, todo fluye.

Sirve para demostrar que no todo son éxitos. También hay alumnos/as que flojean, que lo hacen mal, que intentan aprovecharse del trabajo de los demás ... e incluso así, comprueben que es una opción válida, pero no perfecta.
Sirve para que entiendan que esta, nuestra profesión, es la mejor del mundo.