Otro curso más que acaba y aunque otras veces he realizado una pequeña evaluación de su marcha, esta vez me parece un poco pronto. Hemos acabado las clases el viernes diecinueve y todavía no hemos realizado la evaluación del grupo de sexto con el que he estado trabajando dos años.
Hoy me apetece hablaros de incertidumbres, de premuras y otros asuntos que, relacionados con la educación, rondan en mi entorno y en el de muchos compañeros y compañeras de otras comunidades.
En septiembre del curso que ahora acaba se implantó en los cursos impares de educación primaria la tan poco querida LOMCE. En mi comunidad, Extremadura, se implantó con muchísima premura, con unas instrucciones de principio de curso que permitían ciertas licencias organizativas que este año intentan ser más concretas pero igual de permisivas. Sugieren y proponen en vez de ordenar. Tanto fue así, que muchos de los libros de texto que se han usado en los coles este año estaban elaborados según el curriculum de la Comunidad de Madrid. El nuestro no había "salido de imprenta".
En el curso 2015/2016 la LOMCE debe comenzar en Educación Secundaria. Unos días después de las elecciones autonómicas el gobierno saliente publicó con mucha premura (y a mi parecer, con alevosía) el currículo de Educación Secundaria y de Bachillerato. Ahora los centros deben prepararse para el cambio de libros de texto o digitales pero antes las editoriales los tendran que fabricar.
Los medios de comunicación nos bombardean con que las comunidades en las que no va a gobernar el partido de La Moncloa no van a incorporar la LOMCE a sus aulas de secundaria. El profesorado de primaria sabe que aunque tenga que acatar las directrices de sus consejerías puesto que la ley ya está en marcha en esa etapa, saben que es una ley malquerida que puede ser derogada en el mismo curso próximo. Las familias realizarán otra vez una inversión económica que puede ser muy poco rentable: unos libros de texto que pocos niños más van a poder utilizar.
Esta ley malquerida y estas premuras políticas me provocan dudas y rabia. Creo que el profesorado se merece que se le escuche y se tenga en cuenta sus opiniones. Que se le facilite su tarea y que se le hagan gestos de agradecimiento hacia su labor y su aguante. Y no me refiero a dineros o prebendas de otro tipo. Sólo que se le tenga en cuenta.