En el curso 2011-2012 utilicé por
primera vez el blog de aula con dos grupos de 2º de ESO. Uno de estos blogs,
Vlengua, acabó transformándose en Chlengua
y tiene una nueva vida como blog de aula del Departamento
de Lengua Castellana y Literatura del IES Chaves Nogales, donde ahora
enseño. El diario de 2º A, sin
embargo, a pesar de no publicar ninguna entrada nueva desde mayo de 2012, sigue
aún muy vivo en la red. Os cuento cómo.
Mi idea al crear ambos blogs fue,
principalmente, dar difusión a los trabajos escolares de mi alumnado. Pensaba
que, de esta forma, el nivel de autoexigencia sería mayor, pues los textos
publicados iban a ser conocidos de toda persona que se topara con ellos en la
red (los primeros, los compañeros y compañeras y las propias familias). Por
otro lado, los ejercicios realizados correctamente podrían servir de modelo
para aquellos estudiantes que dudaban a la hora de realizar la tarea. También
era importante vincular en el trabajo diario de la clase de Lengua y Literatura
la competencia comunicativa con la competencia digital, estrechamente ligadas
en los tiempos actuales.
Cada propuesta de actividad o
proyecto se colgaba en el blog y, posteriormente, se subían los resultados del
aprendizaje en forma de vídeos con exposiciones orales o poesías recitadas, textos
narrativos y expositivos, presentaciones de diapositivas, etc.
Una de las actividades que
realizamos ese curso fue escribir textos prescriptivos. Cuando tratamos esta
tipología textual, a los profesores de literatura siempre se nos viene a la
cabeza la lectura de las Instrucciones
para subir una escalera, de Julio Cortázar, aunque más allá del disfrute
literario poco suele servir para entender la composición de los textos
prescriptivos. Huyendo también de las manidas recetas de cocina, les propuse
elaborar instrucciones o normas para realizar tareas cotidianas. Así surgieron
los textos sobre cómo hacer la
mochila, una tostada
o un bocadillo
de chorizo, cómo registrarse para jugar
en League of Legends o cómo usar
el tippex.
Ángela, una de las alumnas del
grupo, decidió escribir sobre algo más cercano a sus propios intereses: ¿cómo
conseguir convencer a sus padres para que le levantaran un castigo y le
permitieran salir con los amigos? Así nació su entrada Instrucciones
para que mi madre me deje salir. Desde un principio, la entrada fue muy
bien acogida por sus compañeros y compañeras; se discutió, no obstante, si la
estrategia propuesta era la más adecuada o si eran preferibles otro tipo de
acercamientos. Llegaron después algunos comentarios a la entrada por parte de
personas desconocidas, que nos sorprendieron, y los leímos y comentamos en
clase.
Sin embargo, con los años, el
recorrido de la entrada no se ha frenado sino que, sorprendentemente, continúa
en movimiento. Ángela empieza este curso a estudiar una carrera y desconoce
hasta quiénes y hasta dónde ha llegado su “tarea escolar”. Los números de la
entrada son espectaculares: aparece en cuarta posición en Google a la búsqueda “que mi madre me deje salir”, tiene casi
30.000 visitas (de las 40.000 que tiene el blog completo) y ¡78 comentarios! Para
hacernos una idea, los que escribimos blogs sabemos que una entrada con mil
visitas y diez comentarios puede considerarse un éxito enorme, así que estos
datos son claramente excepcionales.
¿Cómo podemos explicar este
éxito? Una lectura de los comentarios a la entrada puede darnos algunas pistas.
En ellos, jóvenes de entre 11 y 20 años han dejado sus felicitaciones a la
autora, sus miedos a estar solos o a quedarse sin amigos, la fiscalización de
las relaciones de pareja por parte de los padres, los enfrentamientos con sus
progenitores, los trucos que emplean para convencerlos, etc. La entrada ha funcionado
(y sigue funcionando) como catalizador de emociones, como pararrayos contra las
tensiones que nacen dentro de las relaciones paternofiliales. Se ha convertido en
una suerte de consultorio al que han acudido jóvenes de todo el mundo hispanohablante
(sería muy interesante hacer un estudio geográfico del léxico empleado en los
comentarios) y de muy diferentes edades. A veces las intervenciones han generado
conversaciones entre distintos usuarios; otras han narrado detalladamente las
dificultades que encuentran en casa; las más se tratan de breves comentarios de
asentimiento o de negación hacia lo que propone la entrada.
Con este ejemplo quiero insistir,
en primer lugar, en la necesidad de seguir vinculando las actividades académicas,
siempre que sea posible, a situaciones reales. Si bien esto es evidente en las
secuencias de Aprendizaje Basado en Proyectos o de Aprendizaje Servicio, en
otro tipo de propuestas se hace más difícil evitar los vicios heredados de
nuestro propio aprendizaje o del uso de los libros de texto. En segundo lugar, debemos
facilitar la difusión de los trabajos escolares a través de herramientas
digitales y de redes sociales, capaces de aportar nuevas dimensiones al
aprendizaje de nuestro alumnado y de crear conversaciones en torno a estos
trabajos con personas de fuera del aula.
Que una actividad a priori tan inocua como la que cuento
haya alcanzado esta resonancia es algo que debe seguir motivándonos para
obtener el máximo de los aprendizajes de nuestros alumnos y alumnas.